El origen de las plantas.
Evolución de
unicelulares a pluricelulares y desarrollo del sistema vascular, semilla y flor.
Las
plantas evolucionaron seguramente a partir de un alga bastante compleja que
colonizó la Tierra hace unos 430 millones de años, y que tenía una alternancia
de generaciones bien desarrollada: la generación haploide, productora de
gametos, se llama gametofito, y la generación diploide, productora de esporas,
se llama esporofito. El tránsito de las plantas a tierra firme, en donde podían
satisfacer mejor las necesidades de luz, oxígeno, dióxido de carbono
y unos pocos iones minerales, supuso la aparición de diversos mecanismos para
proveerse de agua y evitar la desecación. El reino plantae incluye a las
briofitas, o plantas no vasculares y a las plantas vasculares. Las líneas
evolutivas que dieron lugar a ambas, a partir de las algas verdes, debieron
separarse hace mucho tiempo. Para evitar la desecación, las plantas vasculares
se cubrieron de una capa protectora, la cutícula, compuesta fundamentalmente de
cutina, sustancia que evita la deshidratación, pero a la vez dificulta el
intercambio de gases entre la planta y la atmósfera.

En algunas especies
las raíces se engrosaron, los tallos adquirieron una forma erecta, aumentaron
de altura y se ramificaron. Eso sucedió después de que las plantas consiguieron
la capacidad de sintetizar y depositar lignina (polímero intercelular
cementante de las células fibrosas de los vegetales). Las raíces fortalecidas
con lignina se convirtieron en anclas estabilizadoras conforme los tallos
crecían hacia arriba y al exterior en patrones que incrementaron la superficie
interceptora de luz. Las nuevas divisiones de plantas vasculares pueden
agruparse en plantas sin semillas y plantas con semillas. Las plantas con
semillas pueden agruparse en gimnospermas, o plantas con semillas desnudas, y angiospermas
o plantas con flores. Entre las plantas vasculares sin semilla, los helechos
son los más numerosos. Están caracterizados por hojas grandes, a veces
finamente divididas, llamadas frondes. Los esporangios se forman en la
superficie inferior de las hojas.
Las gimnospermas modernas más numerosas son las coníferas (aproximadamente
550 especies), seguidas de las cicadáceas o palmeras (100 especies), gnetófitas
(70 especies) y el ginkgo con una sola especie. En el caso de las coníferas, de
las escamas de los conos masculinos, más
pequeños, es liberado el polen, arrastrado por el viento. En los óvulos que se forman en las escamas de los conos
femeninos, de mayor tamaño, se forman los gametofitos femeninos, dentro de
éstos se forman los arquegonios, los cuales son fecundados por los
espermatozoides del polen fecundando la célula huevo. La semilla que se desprende del
cono femenino puede permanecer latente durante largos períodos y por ello está
adaptada a soportar el frío y la sequía. Las angiospermas, de las que existen
cerca de 235,000 especies, se caracterizan por la flor y el fruto. Las flores
atraen a los polinizadores y el fruto facilita la dispersión de la semilla. En
relación a su tipo de semilla, hojas y flores, las angiospermas se pueden
clasificar en monocotiledóneas y dicotiledóneas. Las distintas formas y colores
de las flores evolucionaron por presiones selectivas a favor de mecanismos polinizadores más eficientes. Las principales
tendencias en la evolución de las flores incluyen la reducción y fusión de las
piezas florales, un cambio en la
posición del ovario con relación a las otras partes de la flor hacia la parte
inferior más protegida, y un cambio de la simetría radial a la bilateral. Las
angiospermas son las plantas predominantes en la actualidad, que suministran
una diversidad de hábitat y alimento para los animales terrestres.
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